El título de esta entrada tenía que ser en valenciano, no podía ser de otra manera. Como es un plato muy típico de la zona y de estas fechas ahora mismo, muchos de los que leéis estas líneas estaréis empachados de tanto comerlas, pero a mí nunca me cansan. Para mí, mandonguilles d'abadejo son igual a Pascua, a vacaciones y sobre todo a mi abuela ( mi wely) que siempre las ha preparado y claro, ningunas como las suyas. Así que cojo su receta y la plasmo aquí, aun sabiendo que las que más me gustan son las suyas, simplemente porque las prepara ella.
Aunque parecen muy laboriosas, no lo son tanto, son fáciles de hacer y por supuesto, no tienen ni punto de comparación con las congeladas.
Ingredientes
1 kilo y medio de patata vieja
2 o 3 paquetes de bacalao desalado en migas o unos 600/700 gr de bacalao seco ( que habrá que desalar)
3 huevos
Claras de huevo para el rebozado
Piñones (cantidad al gusto)
Perejil (si es del fresco que esta por picar, mejor; consejo de mi abuela)
4 o 5 dientes de ajo (otra cosa que va en gustos)
1 cucharadita de canela (opcional, pero le da su puntito)
Antes de empezar hay que decir que esta no es una receta para seguir las medidas al pie de la letra, es lo que tienen las abuelas... Por eso mi consejo es que vayáis añadiendo ingredientes como los huevos, el ajo y la canela poco a poco hasta conseguir el sabor y la textura deseada.
El bacalao que he utilizado es, como ya he dicho, desmigado y desalado, lo que acelera el proceso, pero lo ideal es utilizar el tradicional bacalao seco y salado. En ese caso, pasadlo por agua varias veces, apretando y cambiándole el agua, pero sin que pierda toda la sal.
Pelamos las patatas y las ponemos a hervir. Tienen que ser patatas viejas, porque las nuevas tienen demasiada agua. Cuando falten unos 10 minutos para que estén hechas las patatas, ponemos el bacalao en la misma olla para que se cueza junto a ellas y les dé sabor. Apartamos las patatas y el bacalao del fuego y lo ponemos a escurrir.
Cuando se haya enfriado un poco, desmigamos el bacalao, aplastamos las patatas con un tenedor y lo mezclamos todo. Ahora ponemos los huevos de uno en uno, mezclándolo todo cada vez. Al poner el segundo huevo y mezclarlo nos fijamos en la textura, pues no debe quedar muy húmedo. Si no lo está, añadimos el tercer huevo buscando la textura deseada.
Machacamos los ajos en el mortero, picamos el perejil y lo añadimos a la mezcla. Por último ponemos los piñones y la canela y removemos bien. Probamos la pasta y comprobamos que esté a nuestro gusto, o si debemos añadir sal, ajo o canela. Cuando se haya enfriado la mezcla, la dejamos reposar en la nevera al menos un par de horas, o mejor de un día para otro.
Para freírlas, ponemos abundante aceite a calentar en una sartén y batimos un poco unas claras de huevo. Hacemos bolitas de masa, les damos la forma que queramos (en casa siempre se han hecho redondeadas y planas), las pasamos por las claras y las freímos. Cuando estén doradas por los dos lados, las dejamos en papel absorbente para eliminar el exceso de aceite. Se pueden tomar calientes, pero para mí, cuando mejor están es cuando han pasado unas horas a temperatura ambiente. Suuuper buenas.
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