Una reconfortante receta para los días de frío. Esta sopa
es una delicia, con su cebolla pochada a fuego lento y el toque del tomillo, el
vino blanco y el queso gratinado. Para hacerla necesitaremos 1 litro de caldo
de pollo que podemos hacer nosotros mismos o comprarlo ( en este caso debería
ser un buen caldo envasado). Lo mejor, claro, es hacerlo en casa, pero si se
tiene poco tiempo también quedará bien con el caldo envasado, siempre que sea
bueno.
Para hacer el caldo: (para 2 personas):
- Medio pollo limpio y troceado.
- 1 cebolla pelada.
- 2 zanahorias peladas.
- 1 trozo de puerro.
- 2 dientes de ajo.
- 1 patata pelada.
- Unos granos de pimienta.
- Una ramillete de perejil.
- Sal.
- Agua ( 1 litro y medio)
En una olla grande ponemos el pollo, y toda la verdura
pelada y entera, la sal, la pimienta y el perejil. A continuación vertemos el
agua teniendo en cuenta que todos los ingredientes deben quedar cubiertos ( si
no fuera así, añadir agua hasta cubrir). Ponemos la olla, tapada, a fuego
fuerte hasta que empiece a hervir. Entonces bajaremos el fuego y dejaremos
hervir durante hora u hora y media. Una vez esté listo el caldo lo colaremos
para eliminar impurezas. Ya tenemos el caldo hecho y podemos aprovechar el
pollo que nos sobre para hacer unas croquetas.
Ingredientes para hacer la sopa de cebolla: (para 2 personas)
- 1 litro de caldo de pollo.
- 4 cebollas cortadas en juliana (parece mucha pero reduce un montón).
- Medio vaso de vino blanco.
- Una ramita de tomillo fresco.
- Un buen trozo de mantequilla ( o aceite de oliva, o mitad y mitad)
- 4 rebanadas de pan.
- Queso emmenthal o gruyere rayado.
- Sal y pimienta.
En una olla ponemos a derretir la mantequilla, y cuando ya
esté echamos la cebolla que dejaremos pochar a fuego lento hasta que esté bien
dorada. Entonces echamos el vino, dejamos reducir durante 2 minutos y añadimos
el agua y la ramita de tomillo. Tapamos la olla, subimos el fuego y cuando
rompa a hervir lo bajamos y cocemos a fuego lento durante una hora.
Cuando ya esté vertemos la sopa en dos platos o cazuelitas
aptas para horno. Ponemos dos rebanadas de pan en cada plato y por encima
espolvoreamos el queso rallado. Introducimos los platos en el horno y
gratinamos con el grill hasta que esté el queso doradito y el pan un poco
tostado. Y ya podemos disfrutar de este estupendo plato.